La propuesta de que la economía digital va a entregar desarrollo, prosperidad y crecimiento se ha vuelto casi sabiduría convencional entre los creadores de leyes, economistas e innovadores.
Economía digital, ¿fuente de prosperidad?
De hecho, un reporte reciente de Deloitte sugiere que en algunos países, como la India, si se incrementa la penetración de la banda ancha en todo el país un 50% y la penetración móvil en la India rural en 30% en los siguientes dos años, esto podría contribuir a un crecimiento de 9% en el producto interno bruto.
[Tweet “La #EconomíaDigital siempre ha sido vista como promesa de prosperidad, ¿es real esta idea?”]
El Banco Mundial también afirma que un aumento de 10% en la penetración móvil y de banda ancha puede incrementar el producto interno bruto en 1.3% en los países en desarrollo.
La economía digital, sin duda, puede crear más comercio, mejorar el uso de capital y la competencia. También puede promover la eficiencia y la innovación, así como ofrecer una plataforma inclusiva para la participación económica.
A menudo, sin embargo, se simplifica demasiado el rol de la tecnología. Se tiene una idea de que ésta es la solución natural y necesaria a un número de complejos problemas sociales, una fuerza casi natural, que de forma autónoma entregará el cambio social.
La tecnología es vista como una fuerza mágica cuya aplicación y uso extendido pueden contribuir automáticamente al desarrollo y al progreso. Pero esto puede estarnos cegando a las intervenciones humanas que deben hacerse para que la economía digital genere crecimiento.
Economía digital, también incrementa la desigualdad
La economía digital puede acelerar el desarrollo y el crecimiento, pero puede también incrementar ciertas desigualdades sociales y económicas que ya existen.
Actualmente, por ejemplo, sólo 40% del globo tiene acceso a la economía digital. Un reporte de McKinsey sugiere que 75% de la población mundial se concentra en 20 países y es desproporcionadamente rural, de bajos recursos, de edad avanzada, no educada y femenina.
Otro estudio del World Economic Forum afirma, por ejemplo, que en India sólo 15 de cada 100 hogares tiene acceso a Internet y sólo existen 5.5 conexiones de banda ancha móvil por cada 100 personas. A menos que se pueda dar acceso universal a todos, la economía digital beneficia a unos pocos, aumentando las desigualdades entre los que tienen y los que no.
Pero la división digital no trata sólo del acceso. También tiene que ver con el grado y calidad de la participación de los que están en línea. De acuerdo a otro estudio del Boston Consulting Group, el porcentaje de mujeres usuarias de Internet en India es de sólo 29%, el resto (71%) son hombres.
Un análisis de los feeds de Twitter en India arrojó que las mujeres son poco representadas en las conversaciones políticas.
También, en cuestión de quién domina el contenido, un 85% del que genera el usuario, según lo mostrado por Google, proviene de Estados Unidos, Canadá y Europa. Esto también ocurre, sin embargo, en los periódicos académicos, por ejemplo, y en otros ámbitos.
Así, la producción del conocimiento en el mundo digital es guiado por unos pocos y pertenece a ciertas geografías. El mundo digital está reflejando las desigualdades del mundo físico.
Soluciones a una economía digital desigual
Solucionar esta división requiere darle acceso universal y accesible a todos. El sector privado tiene un rol necesario ya que debe invertir en la infraestructura para la conectividad digital. Pero el énfasis debe estar en promover soluciones apoyadas por el gobierno, más que del sector comercial privado solamente.
Esto desmantelaría el control monopólico sobre los gateways internacionales, liberando los mercados domésticos y dándoles la posibilidad de construir y operar redes de infraestructura, así como para crear marcos legales robustos que limiten el dominio sin freno del sector comercial, evitando monopolios.
Y es que aunque proyectos como Internet.org, liderado por Facebook, o Project Loon, de Google, pueden parecer bien intencionados, quizá no sean tan convenientes en términos de neutralidad de la red.
El acceso debe también tomar en cuenta las preocupaciones de la integridad de los datos, privacidad y seguridad. Existe un reto, además, en hacer entender a usuarios no expertos cuestiones como el uso de los datos, la privacidad, los malos usos del Big Data y el cibercrimen. Sin duda, aún existe mucho camino por avanzar en una economía digital que sea equitativa para todos.
ESB Professional / Shutterstock.com
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