Nuestras vidas están hechas de datos. Datos cruzando las fronteras y conectados en el espacio virtual. Vivimos y convivimos en redes de datos –algunas demasiado accesibles-.
Privacidad individua en la era digital
Los Estados y las corporaciones nos están vigilando a través de los datos y nos revisamos unos a otros a través de los datos. ¿Qué significa la privacidad individual en este ambiente saturado de datos?
La privacidad es similar a la confianza y la seguridad: es más fácil definir cuando no se tiene que cuando se cuenta con ella. Sabemos qué significa la confianza y la seguridad cuando estamos en una situación precaria, donde nos sintamos amenazados, o cuando descubrimos cuando alguien nos está mintiendo o está siendo deshonesto.
[Tweet “La #Privacidad sigue siendo importante incluso en la #EraDigital; te contamos por qué”]
Lo mismo es verdad de la privacidad. Es difícil definir qué es hasta que no la tenemos. Sin embargo, en esta era digital más personas están comenzando a sentir una falta de privacidad en sus vidas digitales.
Cuando se habla de la necesidad de una aproximación ética más centrada en las personas al ambiente saturado de datos, se habla del balance de poder en la sociedad.
La privacidad individual no es el único valor de la sociedad que está bajo presión en la actual infraestructura saturada de datos. Los efectos de las prácticas sin ética puede ser múltiples: trato injusto, discriminación y oportunidades desiguales. Así es como tener o no tener privacidad otorga o niega poder a los individuos.
Democracia y privacidad
En una democracia que funciona correctamente, quienes tienen poder son abiertas y transparentes acerca de cómo lo ejercitan. Además, no se espera transparencia de los individuos, pues entre más muestren sus datos son más propensos a ser vulnerables.
Con la actual infraestructura digital todo parece ir en la dirección incorrecta: los individuos cada vez parecen más transparente, abiertos a diferentes tipos de control, manipulación y discriminación, mientras que los poderosos –gobiernos, industria y organizaciones- son más y más cerrados.
La libertad, independencia individual y democracia son razones fundamentales por las cuales el derecho del individuo a la privacidad es algo sobre lo que necesitamos preocuparnos.
La privacidad es un derecho humano universal, reconocido en las convenciones, declaraciones y leyes internacionales, formalizadas en un momento en la historia cuando la vida privada era algo esperado. Existían límites claros entre lo que ocurría en un hogar y las calles, así como entre una persona privada o autoridades y sitios públicos.
Medios y su rol en la privacidad
Pero con los medios, lenta pero constantemente se han roto las paredes entre las esferas públicas y privadas.
Con los primeros medios, como el radio y la televisión, lo público entró en la sala de cada casa, pero después, con el Internet y los dispositivos móviles, cada uno pudo sentir que la vida pública vibraba silenciosamente en nuestros bolsillos.
Las máquinas comenzaron a analizar los mails y las conversaciones privadas. Además, cada vez más nos acostumbramos a compartir nuestras identidades, vidas y situaciones antes privadas en espacios de redes sociales. La privacidad se convirtió en algo a lo que se debía optar, no algo esperable.
Al mismo tiempo, estos espacios en línea crearon nuestras identidades; nos limitaron o crearon oportunidades, por lo cual la privacidad se convirtió en una herramienta para el empoderamiento.
Privacidad, con valor en la era digital
El hecho de que activamente usemos medios digitales y compartamos detalles sobre nosotros mismos no significa que la privacidad no tenga valor. Solo significa que la privacidad tiene nuevas condiciones. Para tener vida privada, una imagen o una identidad que ofrezca posibilidades es necesario decidir qué sabe qué acerca de ti y cuándo (ahora y en el futuro), así como que se puede ejercer control sobre los resultados de este conocimiento.
La privacidad es una característica única según el individuo. Nosotros elegimos qué compartir o no, en qué contexto, lo cual nos hace distintos como personas. La privacidad, además, es diferente según la cultura. Todo esto lo hace importante.
Muchos promotores de mayor apertura afirman que, si se quiere mantener algo privado, quizá no se debería de hacer en primer lugar. Pero esta postura pierde lógica si se piensa que la privacidad no es acerca de mantener ocultos secretos, cosas sórdidas o incluso criminales.
En la vida real, por ejemplo, nos paramos cada mañana y nos vestimos, cerramos la puerta para bañarnos, entre otras prácticas, pero nadie argumenta que estamos haciendo algo indebido. La privacidad es, entonces, un principio que nos permite actuar como individuos independientes en un espacio social.
La privacidad es un valor democrático. Es parte del pensamiento libre y la independencia. Se ha demostrado, por ejemplo, que las personas actúan diferente cuando se siente observados. Como humanos, buscamos soledad cuando nos sentimos vulnerables.
Algunas veces se relaciona con la vulnerabilidad física. Buscamos excluirnos de la sociedad cuando estamos enfermos o en momentos que no queremos compartir con nadie o con muy pocos. Pero también queremos excluirnos cuando nos sentimos emocionalmente vulnerables. Buscamos espacio para explorar nuevas ideas e identidades.
Una vida privada asegura que cada persona pueda crear su propia identidad y determinar la dirección de su vida. Ese derecho es un prerrequisito para una democracia activa. También lo es para la innovación y la creatividad. Por ello, incluso en un mundo conectado, es esencial que la privacidad siga siendo defendida por todos.
deepadesigns / Shutterstock.com
Mantente informado de las noticias más relevantes en nuestro canal de Telegram