Mucho se ha escrito acerca de la disrupción. Startups en Silicon Valley han logrado inversión gracias a esta premisa y varias han logrado cambiar gran variedad de industrias, desde el transporte hasta la hospitalidad, pasando por el comercio minorista.
El simple hecho de tener una supercomputadora en el bolsillo -los móviles– ha sido clave en habilitar esta evolución de la tecnología.
Por supuesto, los líderes de negocios tradicionales se dieron cuenta y la transformación digital se volvió un imperativo para los CEO, ante una simple verdad frente a ellos: transformarse o morir.
Conforme los líderes y sus respectivas empresas han planteado iniciativas de transformación, su primera prioridad siempre fue en el cliente, así como en las tecnologías que sirven al cliente.
Esta se volvió una estrategia razonable, por lo cual se volvió urgente rediseñar desde el sitio web hasta relanzar las apps móviles.
Y aunque en muchas de estas empresas se contrató a consultores y se iniciaron proyectos, así como se pagaron cuotas por iniciar la transformación digital, en el fondo ocurrió poca transformación.
Muchas empresas contrataron a staff para generar nuevos recursos digitales, pero pocas realmente iniciaron una transformación profunda.
3 lecciones de productividad en la era del cambio digital
Ante estas situaciones, es necesario analizar qué es lo que pasó en estas compañías para, si la nuestra está pasando por una transformación digital, no caer en las mismas fallas.
La punta del iceberg
Existe un reconocimiento actualmente de que es imposible ser un negocio digital sin primero ser digital internamente.
Ofrecer a tus clientes una app móvil no evita que otras empresas nativas digitales puedan atraer mejor talento, entrar a los mercados más rápidamente y realizar estas actividades de forma reiterada a la perfección.
Deloitte recientemente generó el concepto de “iceberg digital”, que significa que en esta era digital, los ejecutivos de negocios están enfocados en un solo lado de lo digital -la experiencia del cliente- pero ignoran las habilidades necesarias para apoyar iniciativas digitales.
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Este concepto expresa que, en realidad, el front end es sólo la punta del iceberg. El término ‘lugar de trabajo digital’ parece estar en voga para discutir lo que está debajo del agua en ese iceberg digital.
Los ejecutivos que están planteando iniciativas de transformación digital están buscando cambiar cómo ocurren las labores de trabajo en sus empresas.
¿Las buenas noticias? Gracias a estos cambios existen tremendas oportunidades en todas las industrias y en todas las líneas de negocios. ¿Las malas? El cambio es complicado.
Tremendas oportunidades en todas las industrias
Todavía no estamos en el punto más alto de la productividad. De hecho, es posible implementar grandes acciones para cambiar cómo se realizan diversas labores en las empresas.
Por ejemplo, un estudio de McKinsey mostró que pasamos 30% del tiempo en el trabajo leyendo y contestando emails, así como 20% de nuestro tiempo buscando y reuniendo información.
Una vez que tomas en cuenta juntas internas, pasamos sólo 39% del tiempo haciendo tareas específicas a nuestro rol, es decir, realmente trabajando en las habilidades por las que se nos contrató.
Y aunque las empresas han implementado férreos controles para manejar cómo se usan los recursos monetarios, que muchas veces son escasos.
Sin embargo, muy poco se ha hecho para no malgastar el tiempo de los empleados, uno de los más importantes recursos para cualquier empresa, en juntas innecesarias, ineficiencias y burocracia.
Las empresas pierden el 20% de su poder productivo, de acuerdo con diversas estadísticas, en rutinas organizacionales -todas las prácticas, procedimientos y estructuras que desperdician tiempo y limitan los resultados.
Las rutinas organizacionales son inevitables, una fuerza invisible que reduce el ritmo de una compañía y afecta su salud. Es un asunto crónico, como la presión sanguínea alta -tienes que controlarla o te afectará de formas insospechadas a la larga.
Por ello, la transformación digital debería estar enfocada en lograr que, en vez de ese 39% que los empleados pasan en actividades específicas a su rol, esto aumentara constantemente. Por ejemplo, llegar a un 50% sería un gran cambio para cualquier negocio.
El cambio es complicado
Así, una transformación que altere la forma en que los empleados realizan sus labores debe hacerse con la guía del equipo ejecutivo e incluir comunicación clara, así como una estrategia de interacción con los empleados.
No se trata de implementar nueva tecnología y esperar que los empleados se acerquen a ella. La buena tecnología reduce el esfuerzo, pero sin un programa de cambio coherente nunca alcanzarás la velocidad y eficiencia requerida para la transformación digital.
Y es que la forma en que el trabajo se realiza en las compañías, sobre todo las más grandes, se vuelve casi una misión para muchos, al grado que cambiar cómo y cuándo se hace algo encuentra gran resistencia. De ahí que la innovación en el lugar de trabajo sea complicada. Por ello, hasta que no cambiemos la forma en que hacemos nuestras labores, innovar en una organización será una batalla compleja.
Imagen: DepositPhotos.com / Jesussanz
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